López Vázquez, el genio que tenía pavor a que no sonara el teléfono
Málaga/Málaga, 22 mar (EFE).- Después de una infancia y juventud de penurias, José Luis López Vázquez se convirtió en un genio irrepetible con maratonianas jornadas de trabajo que, sin embargo, no dejó de sentir "auténtico pavor a que no sonara el teléfono", como ha desvelado su hijo, José Luis López Magerus.
El reconocimiento de "El bosque del lobo" (1970), de Pedro Olea, como Película de Oro por el Festival de Málaga ha servido este martes para homenajear a López Vázquez pocos días después de cumplirse el centenario de su nacimiento.
Su hijo recuerda cómo acudía por las mañanas al rodaje de la película en la que participaba en ese momento, "a la hora de comer hacía televisión, después volvía al rodaje, y a continuación se iba al teatro, donde tenía una función a las 7 y otra a las 11, los siete días de la semana".
Aunque admite que como padre "adolecía de muchas cosas por falta de tiempo", según López Magerus, como actor fue "único, de una versatilidad apabullante, generoso con sus compañeros y con el equipo, sin ningún ambición desmedida y con la humildad por encima de todo".
"No era consciente de su grandeza. Era llano, observador y oidor, iba en metro y en autobús, y ahí se empapaba de la gente y luego lo aplicaba", apunta su hijo, que cree que su padre "hizo un cine alimenticio y otro un poco más interesante".
Revela que en casa "no le gustaba hablar de su trabajo y era muy parco" y que una de las cosas que más le dolió fue no poder hacer el papel protagonista de "El verdugo", que iba a ser para él pero recayó finalmente en Nino Manfredi por razones de coproducción.
"Se dio cuenta de la magnitud de la película y aceptó tener un papel de doce minutos en pantalla. Berlanga y Azcona llamaron José Luis al protagonista de 'El verdugo' por mi padre", desvela López Magerus.
Por su parte, José Sacristán ha calificado a López Vázquez como "un superdotado con capacidad de abarcar todos los géneros, todos los medios y todo lo que se pusiera a su alcance"
"El cine es sobre todo mirada, y en el fondo de su mirada cabían todos y cada uno de los sentimientos que puede haber en un ser humano, de la ternura a lo inquietante y casi tenebroso", ha resaltado Sacristán.
Sobre la posibilidad que tuvo de trabajar en Estados Unidos, Sacristán considera que a López Vázquez "le habría costado en un idioma que no era el suyo, y Hollywood es como un supermercado con productos genuinos de la tierra, en el que de vez en cuando hay un producto exótico".
"López Vázquez no habría vendido una rosca en la estantería del supermercado de Hollywood, así que hizo bien en no ir, porque este era su sitio", ha zanjado Sacristán.
Al respecto, Mónica Randall apunta que si hubiera trabajado allí "le habrían caído un par de Óscar", pero quizás López Vázquez nació "demasiado pronto", en una época en la que "nadie se preocupaba del inglés".
"Era genial, pero naturalmente genial. Cuando uno es grande, parece todo muy fácil", resalta Randall, que todavía se pregunta "cómo un hombre que no lo aparentaba tenía tantos hombres dentro".
Pedro Olea le dirigió en cuatro largometrajes, entre ellos "El bosque del lobo", en el que quedó "fascinado" por su trabajo "en una película tan incómoda, viviendo en sitios muy raros de Galicia", y en el que López Vázquez "se portó bien", pese a que el director pensaba "que como estrella exigiría unas comodidades que no tuvo".
Cuando le preguntaba por su método, López Vázquez le explicaba que "se encerraba en silencio en una habitación, se estudiaba el guion y tomaba notas, para cuando el director dijera 'acción' saber qué hacer", ha relatado Olea.
"Lo más importante en la dirección de actores es la elección de actores", subraya Olea, que con López Vázquez se entendió "perfectamente siempre", asegura.
Y revela Olea que, en el funeral de Fernando Fernán Gómez, en noviembre de 2007, López Vázquez le cogió en un momento del brazo y le dijo: "Pedro, el próximo voy a ser yo". Murió dos años después.
José Luis Picón
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