Philip Glass, Premio Fronteras del Conocimiento BBVA en Música y Ópera

Madrid/Madrid, 23 mar (EFE).- El compositor Philip Glass ha sido reconocido este miércoles con el Premio Fronteras en la categoría de Música y Ópera de la Fundación BBVA "por su extraordinaria contribución a la creación musical y a la ópera, con gran impacto en la historia de la música de los siglos XX y XXI"
Con un estilo distintivo y un novedoso enfoque de la composición, "Philip Glass ha abarcado diferentes tradiciones culturales de todo el mundo, forjando un estilo único y personal y siguiendo su propio camino con valor y convicción", destaca el acta del jurado sobre el autor.
"Es una figura internacional que atrae a un público de todas las generaciones y cuyas obras se interpretan en los auditorios más importantes y por las principales formaciones orquestales de todo el mundo", recoge el acta del jurado presidido por Tomás Marco, compositor, musicólogo y director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Nacido en Baltimore (Maryland, Estados Unidos), en 1937, los primeros contactos de Philip Glass con la música surgieron desde una edad muy temprana: su padre era propietario de una tienda de discos en la que recibió las influencias de clásicos como Beethoven, Shostakóvich y Bartók, y a los siete años comenzó a estudiar piano y flauta.
Vivió la escena jazzística de Chicago, estudió composición en Nueva York y, descontento con la modernidad musical que encontraba a su alrededor, a principios de la década de los sesenta del pasado siglo se mudó a París, para estudiar con Nadia Boulanger en el Conservatorio Americano de Fontainebleau.
Allí conoció el canon centroeuropeo y la Escuela de Darmstadt, que rápidamente trascendió a través, en buena medida, de su trabajo en estrecha colaboración con el compositor y virtuoso del sitar Ravi Shankar.
Su experiencia con la música oriental, que completaría a través de un viaje al norte de la India en 1966, influiría de modo decisivo en su estilo.
"Para crear la música que quería componer necesitaba encontrar un lenguaje diferente", ha asegurado tras conocer este premio por el que se siente "emocionado".
"El gran esfuerzo que hice entre mis veinte y mis treinta años me permitió lograr algunos hitos importantes en algunas piezas. Era un lenguaje basado en primer lugar en la música contemporánea tal y como yo la entendía, pero también en mi manera particular de aplicar ese lenguaje", ha explicado Philip.
"También me interesaban mucho el teatro y la danza. Lo que yo buscaba era un lenguaje musical que estableciera una relación entre el movimiento, el sonido y la imagen", ha añadido.
En sus memorias, Glass identifica su propio sonido con la ciudad en la que más tiempo ha vivido y en la que aún reside, Nueva York. "Lo que convierte a Nueva York en un lugar tan maravilloso es que la gente llega allí de todo el país y de todo el mundo, generalmente con la mente abierta, deseando trabajar con otros y en busca de nuevas ideas", ha dicho.
Tras sus viajes por Europa y Asia, en 1967 regresó a Nueva York y creó su propio conjunto: el Philip Glass Ensemble, una formación compuesta por sintetizadores, teclados y vientos-metales amplificados, con la que llevaría a la práctica una nueva aproximación a la creación musical que acabó siendo denominada minimalismo.
Cuando se le pregunta sobre la evolución de su estilo, que él mismo definió hace años como "un intento de integrar los tres elementos musicales: melodía, armonía y ritmo", ahora ha afirmado que prefiere "hablar de lenguaje, imaginación e intuición".
Philip Glass tiene un extensísimo catálogo en el que ha abordado muy diversos géneros con todo tipo de formaciones musicales. Cuenta con 26 óperas, de pequeño y gran formato, entre las que destacan las mencionadas Einstein on the Beach (1976), Satyagraha (1979), Akhnaten (1983), y The Voyage (1992).
Ha compuesto catorce sinfonías, trece conciertos, nueve cuartetos de cuerda y obras para instrumentos solistas como el piano o el órgano.
La música para películas conforma un capítulo propio en su producción. Ha participado en más de medio centenar de títulos, desde películas experimentales como la comentada "Koyaanisqatsi", dirigida por Godfrey Reggio (1982), hasta "Kundun" (1997), de Martin Scorsese, pasando por "El show de Truman" (Peter Weir, 1998).