María Ripoll llega a Málaga con un retrato generacional a ritmo de western

Málaga, 24 mar (EFE).- María Ripoll ha presentado en el festival de cine de Málaga su nuevo largometraje, "Nosotros no nos mataremos con pistolas", un retrato generacional contado "con el lenguaje visual del western" porque narra la historia de unos amigos que "se están retando en un duelo constante, midiéndose".

Así lo ha explicado hoy en una rueda de prensa Ripoll, que viene a Málaga por primera vez, directamente a la Sección Oficial para competir por la Biznaga de Oro.

"Son amigos pero no se dicen la verdad, no se abren, les cuesta ser ellos, a veces pesan más los silencios que las palabras. ¿Serían tan amigos ahora? (después de haberse dicho las cosas). Acercamos la película al western para poder hacer mejor la adaptación", ha señalado la directora catalana, autora de cintas como "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas" (2016).

Porque "Nosotros no nos mataremos con pistolas" es la adaptación de la obra de teatro del mismo título de Víctor Sánchez, que ganó un Max en 2016 y que, según ha contado una de las productoras de la cinta, Lina Badenes, fue todo un "bombazo" en Valencia.

El autor, que también participó en el guion, ha contado sobre la adaptación que hubo que cambiar algunas cosas, si bien el texto ha ganado con los espacios físicos que ha introducido Ripoll y que, en la obra, eran solo sugeridos. Ripoll, ha dicho, "ha metido en la película paisajes de mi vida, con esa decrepitud, esa desolación que desde el cierre de los Altos Hornos de Sagunto ha ido dejando un poso en esa geografía urbana".

Directora y guionistas trabajaron cuatro años en la reescritura de un texto que a Ripoll le parecía, de salida, ""original y punki". Cambiaron algunas cosas, como que la prima que se suicida no era prima, sino amiga, y tampoco existió su "reencarnación" en gallina, que ha dado bastante juego delante y detrás de las cámaras.

La película comienza con un verdadero dueño con pistolas...de agua, en una escena en la que se cuenta la llegada de los amigos, uno tras otro, a la casa familiar de Blanca (Ingrid García-Jonson).

Para los actores, fue un trabajo intensivo -se rodó en diecinueve días- y muy gratificante porque "se dan pocas pelis en las que nos dejen trabajar a los actores", ha afirmado García-Jonson, que aprendió a hablar valenciano para hacer más verdadero su personaje, en uno de sus trabajos, ha asegurado, "más contenidos y para adentro".

Hubo que sacar la historia de la casa, pero eso permitió añadir un toque costumbrista, con la verbena a la que acuden los amigos, con más pena que otra cosa.

"Habla de un tema muy común de nuestra generación. Es muy fácil verte reflejado en ese texto, estaba tan bien que no había que añadirle más porque quién no ha tenido unos sueños en la adolescencia que ahora que llegamos ¿a los treinta? -hace un inciso la sevillana, provocando risas- se han visto como truncados y nos hemos dado cuenta de que la vida que imaginábamos es completamente diferente".

En opinión de Belén Sánchez, la productora argentina de la cinta, la película "habla de un nosotros que cuesta pronunciar porque somos la generación que tuvimos la oportunidad de estudiar y al final estamos en un mundo que se nos escapa, que no cuenta con nosotros. No tenemos una posición cuando llega una declaración de guerra, una familia que no acepta tu homosexualidad o la posición respecto al Sáhara".

Estos chavales se dicen continuamente, los unos a los otros, "esto es lo que hay", una frase que, para García-Jonson, debería traducirse en "trabaja con lo que hay y haz lo mejor que puedas con lo que hay, que está bien saber la realidad con que vivimos, pero también está bien aspirar a cosas mejores".

Todo ello aderezado con mucho acierto por la música de la orquesta Orxata Sound Sistem, "canciones modernas y electrónicas, pero el poso popular de una verbena de pueblo".