El auténtico cachopo asturiano
Las judías verdes están en su fecha óptima de consumo, así que si solo se te ocurre preparar la clásica ensalada con patata y zanahoria, en esta receta te damos una versión que combina el dulce del dátil y el sabor del queso de cabra.
Las judías verdes son una verdura asequible en primavera y que, bien tratada y sin recocer, resulta deliciosa y con muchas más posibilidades que el trío con patata y zanahoria que estamos acostumbrados a ver.
Conocemos bien las judías verdes planas, pero, según en qué zonas, quizá no es tan habitual emplear las judías verdes redondas boby o francesas, que, al ser más pequeñas que las planas, se cocinan antes y tienden a tener menos hebras, por lo que no suele ser necesario quitárselas.
Son, en definitiva, más cómodas de preparar para los vagos de la cocina. Ya sé, me vais a decir que judías verdes las hay congeladas de varios tipos y que dan buen resultado; personalmente, al menos si estamos en temporada y se pueden encontrar frescas, siempre lo prefiero.
A lo que voy: las judías redondas son estupendas para usar en ensaladas, bien cocinadas brevemente al vapor, bien cortadas en pedazos pequeños y sencillamente salteadas en aceite hasta que empiezan a cocinarse, pero manteniendo un punto crujiente. Así es como me gusta emplearlas en ensalada, con un buen aliño y algún aderezo extra que les aporte sabor y potencie su frescura no necesitan mucho más.
En este ejemplo las combinamos con dátiles troceados, que contrastan a la perfección con el punto salado del queso de cabra; y pero el contraste de texturas blando-crujiente ponemos unos piñones y unos costrones de pan imitando a una panzanella. Un entrante o cena ligera razonablemente equilibrado y, sobre todo, muy rico, al que puedes quitar el punto dulce si no te gusta eliminando la miel de la vinagreta.
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